Por: Marco Antonio Regil
Quizás desees alcanzar un crecimiento, ya sea físico, mental o espiritual y para esto tomaste la decisión de salir de tu zona de confort. Sin embargo, este deseo de cambio es impulsado por tu lado consciente, que solo representa el 5% de tu mente.
El otro 95% es el lado subconsciente, esa vocecita que algunos llaman el ego.
Y tengo noticias, una de las cosas que más le aterran a esa vocecita interior es la palabra “cambiar”. El subconsciente te trata de proteger, pero impide también las posibilidades de crecimiento.
Esta voz es realmente muy útil cuando estamos en situaciones de peligro, ya que nos coloca a la defensiva y nos ayuda a eludirlo. Pero hay un problema y es que no distingue el miedo racional del irracional. Entonces cuando intentas algo nuevo reacciona de la misma manera que lo haría ante cualquier otro peligro.
Hay una manera de utilizar tus miedos para que te salgan bien las cosas.
Cambia tu historia para convertir ese miedo en un trampolín. Si lo que te da miedo es dar una conferencia, no lo ocultes, es algo normal. Desde tu miedo puedes crear una fortaleza, usar lo que te está pasando y decirlo durante la charla, se requiere valentía para compartir tus procesos.
Entonces, viene el miedo, cambió la historia, digo la verdad, lo uso y lo demuestro. Y lo repito y repito, porque cuando lo repites tu mente subconsciente reprograma en automático.
Si lo que deseas es hacer una dieta, y cambiar radicalmente, tu mente subconsciente va a repetir continuamente todo lo que extraña comer. Pero si te enfocas en ir adquiriendo buenos hábitos, tu mente subconsciente se empieza a acostumbrar a un estilo de vida saludable.
Esto mismo ocurre con tu trabajo o tus relaciones, puedes cambiarlo todo, pero es algo que tienes que trabajar día a día.
No te concentres en los resultados, sino en cambiar tú. Tu vida va a modificarse cambiando el diálogo interno. Cuando cambió la historia que me estoy contando y mi interpretación de lo que está sucediendo, mi vida empieza a cambiar. Evito caer en el rol de víctima y trato de comprender lo que las adversidades vienen a enseñar.
Si tu único objetivo es pasarla bien, nunca vas a intentar un proceso de transformación.
Lo más importante es que entiendas que no venimos a pasarlo bien, aunque al ego le encanta, vinimos a crecer.
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